11 de septiembre de 2012

La sociedad de consumo - Baudrillard 2009

Baudrillard se muestra categórico, "Hemos llegado a un punto en el que el consumo abarca toda la vida" (Pp. 8).

Baudrillard, J. 2009. "La sociedad de consumo". S. XXI. Madrid. 1ª Ed. Original 1970.

 

Baudrillard es un autor muy crítico con la sociedad actual y la manera en que los hechos se van desarrollando. Independientemente de que estemos de acuerdo o no con el autor francés, en "La sociedad de consumo" expone algunos argumentos interesantes.

El primero de ellos, como puede inferirse de la cita expuesta al principio de este post, es que el consumo ha ido ganando una importancia cada vez mayor en nuestras vidas. Llegados a este punto, Baudrillard afirma que el individuo interpreta y comprende su realidad a través del consumo. Es decir, que el consumo opera como un factor clasificador en la sociedad.

A lo largo de la lectura de la obra, encontraremos palabras tan contundentes como:
"Los beneficios del consumo no se viven como consecuencia del trabajo, sino como un milagro." (Pp. 12).
Donde parece que Baudrillard es totalmente contrario al sistema capitalista, pues no nos va a traer unos beneficios reales. Sin embargo, aunque no podemos decir que Baudrillard sea un entusiasta del capitalismo, su crítica va principalmente en contra de la forma en que la sociedad interpreta el sistema, pues se han utilizado los errores de este para legitimizarlo.

El francés aclara que el sistema en sí no es bueno ni malo. El problema viene en que el propio sistema asume sus fallos como parte de legitimación. Baudrillard pone como ejemplo el caso de las cuentas macroeconómicas, ya que al hablar de crecimiento incluimos el gasto generado por los fallos del propio sistema. Esto hace que se entré en una situación circular y que con el paso del tiempo, la población inserta en el sistema tiene menos capacidad crítica sobre él, pues es incapaz de tener una visión objetiva.

Por último, hay que tener claro que para el autor el poder de la interpretación es enorme. En el momento en que el ser humano comprende algo y forma una estructura mental en su cabeza para cada individuo, esta estructura es la realidad.

De aquí deriva el poder de la publicidad, que lo que hace es dirigir nuestras interpretaciones hacia los atributos del producto que nos interesan. Un pañuelo deja de ser ese trozo de trapo para limpiarnos el sudor para convertirse en un glamuroso complemento de lo más cool que podamos encontrar.




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